La primera aproximación es la Declaración de Derechos Humanos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) es un documento declarativo adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948 en París, que recoge los derechos humanos considerados básicos. (Wikipedia).
En el Preámbulo la cuestión que nos ocupa se plantean de la siguiente manera:
Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana.
La base está en la dignidad con una referencia explícita a “los miembros de la familia humana”. Creo que se pasan tres pueblos los que consideran al ser humano con una dignidad referida a la fraternidad, al participar de una misma familia. La dignidad de cada ser humano se ha de suponer un paso más atrás. En sí misma y para cada uno de nosotros, de forma personal. Como intentare explicar, el considerarnos libres hace que el ser humano sea único en su especie, pertenezca más o menos a una supuesta familia.
La calidad de la dignidad humana, en la medida que pertenezca a una misma familia, se nos tiene que explicar muy bien para que, ciertos miembros de la familia, no tengan que sacrificarse por mantener esa realidad superior.
La calidad de la dignidad humana hace que cada ser humano ha de ser único y, por tanto, tenemos que desarrollar en qué sentido se puede descubrir ese sentido de único e irreductible del cada ser humano.
Lo que es más. Esa dignidad ¿puede desparecer? ¿Puede el hombre, como persona, hacerla desaparecer? La violación sistemática de esa supuesta dignidad ¿tiene consecuencias a la altura de esa dignidad?
La sociedad del conocimiento tiene varias discusiones abiertas que parecen irreductibles porque provienen de sentidos antropológicos. La neutralidad de la red, la globalización, etc., son cuestiones que inciden directamente en esa comprensión que podemos tener sobre el ser humano.
Por eso es tan interesante, en medio de una crisis total de valores y de objetivos, que nos paremos a pensar en lo que vale la pena. Al menos hacer el ejercicio de cómo esta crisis puede evidenciar algunas aporías sobre ideas asumidas como indiscutibles. Veamos si es posible.
En el Preámbulo la cuestión que nos ocupa se plantean de la siguiente manera:
Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana.
La base está en la dignidad con una referencia explícita a “los miembros de la familia humana”. Creo que se pasan tres pueblos los que consideran al ser humano con una dignidad referida a la fraternidad, al participar de una misma familia. La dignidad de cada ser humano se ha de suponer un paso más atrás. En sí misma y para cada uno de nosotros, de forma personal. Como intentare explicar, el considerarnos libres hace que el ser humano sea único en su especie, pertenezca más o menos a una supuesta familia.
La calidad de la dignidad humana, en la medida que pertenezca a una misma familia, se nos tiene que explicar muy bien para que, ciertos miembros de la familia, no tengan que sacrificarse por mantener esa realidad superior.
La calidad de la dignidad humana hace que cada ser humano ha de ser único y, por tanto, tenemos que desarrollar en qué sentido se puede descubrir ese sentido de único e irreductible del cada ser humano.
Lo que es más. Esa dignidad ¿puede desparecer? ¿Puede el hombre, como persona, hacerla desaparecer? La violación sistemática de esa supuesta dignidad ¿tiene consecuencias a la altura de esa dignidad?
La sociedad del conocimiento tiene varias discusiones abiertas que parecen irreductibles porque provienen de sentidos antropológicos. La neutralidad de la red, la globalización, etc., son cuestiones que inciden directamente en esa comprensión que podemos tener sobre el ser humano.
Por eso es tan interesante, en medio de una crisis total de valores y de objetivos, que nos paremos a pensar en lo que vale la pena. Al menos hacer el ejercicio de cómo esta crisis puede evidenciar algunas aporías sobre ideas asumidas como indiscutibles. Veamos si es posible.
Comentarios
Yo me dedico profesionalmente a predecir, que consiste básicamente en decir los próximos números dada una secuencia de números. Uso los mejores métodos numéricos aplicados a la estimación bayesiana, y hago montecarlos con millones de simulaciones.
Lo más optimista que se puede decir de mi trabajo es que cuando acierto (concédame por cortesía que lo hago muchas veces), no sé por qué es. Esta observación no es necesaria cuando no acierto, por razones obvias. La cuestión es que aquellos que tienen a la ciencia como los más, simplemente no se han dedicado a hacer lo que yo hago. No hay un trabajo que centre más que el mio.
Pero, y aquí entro en la cuestión, se nos ha presentado la ciencia con su total capacidad predictiva sobre fenómenos que pasan inadvertidos, como la curvatura de la luz al pasar junto a un astro masivo. Bien. Pero ¿que pasa con algo tan elemental como el tipo al que el Tesoro colocará la nueva emisión? ¿Y el paro? ¿Y la renta nacional del año que viene? Para eso lo mejor que tenemos es la estimación por mínimos cuadrados.
Un saludo, Gonzalo